La cultura es el conjunto de hábitos,
experiencias, expectativas, costumbres, ambiciones, sueños, frustraciones,
miedos y maneras, que caracteriza a una colectividad particular en un tiempo
espacio y circunstancias determinadas. La cultura es pues algo complejo de
conocer, entender y explicar, y más aún, de administrar en el sentido clásico
del concepto administración. Existen cuatro elementos claves en la conformación de una cultura laboral. El
primer elemento es el que corresponde a la cultura nacional, es decir, a la
experiencia histórica predominante en un grupo dado. La cultura nacional en el
ambiente laboral es el concepto de la razón social de la existencia humana, lo
cual es normalmente asociado a las creencias religiosas predominantes, esto es
religiones oficiales o mayoritarias. El segundo elemento, el relativo al grupo
en el que se encuentra inmerso y con el cual se siente identificado un
individuo. Este grupo impone líneas conductuales que, si fuesen quebrantadas, pondrían
en juego la permanencia del individuo en el grupo y en consecuencia quedaría
desprovista su necesidad de aceptación. El tercer elemento es el sistema de
valores corporativos, es decir, el conjunto de regulaciones propias de la
organización, que crea un ambiente con identidad propia en el que el liderazgo
ostenta un alto nivel de representatividad, lo cual induce a la observación
permanente de sus acciones y en ausencia de sistemas adecuados de interacción,
a los intentos permanentes de buscar meta-mensajes en sus expresiones.
Finalmente, el cuarto elemento es el individuo mismo, con su carga de
experiencias, con su carácter, sus formas de relacionarse, sus propias ideas de
las cosas y de él mismo, su formación religiosa y moral, en fin, su integridad
y su posición ante las circunstancias.
La predicción del comportamiento no se puede
plantear a través de un orden lineal ni simplista, sino mediante un enfoque de
caos, es decir, se predice el cambio no así el sentido y magnitud del mismo. La
cultura laboral es capaz de mejorar la tecnología, explotar las maquinarias y
multiplicar los capitales; en fin, la gerencia de cultura corporativa es,
evidentemente el diferenciador por excelencia de una gestión efectiva. Esta
efectividad no puede lograrse tratando de producir cambios en la cultura
laboral en sí misma, sino en los hábitos que son reflejo de ésta.
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